martes, 29 de marzo de 2011

Acoso y derribo




Me encanta cuando llegan las 12:00 de la noche y por fin me meto en la cama.
Muchos, para relajarse, leen. Yo veo capítulos de "Sexo en Nueva York".
No siempre tratan de sexo. No siempre son interesantes. Pero a veces se tratan temas dignos de consideración. Carrie, la protagonista, tras sus largas charlas amistosas, extrae una conclusión, a modo de moraleja de lo acontecido a lo largo del capítulo, que siempre formula mediante una pregunta.

Hoy, a lo Bradshaw, yo me pregunto:

¿Dónde está el límite entre ligar y acosar?




¿Por qué la pregunta?

He aquí la diferencia:



LIGOTEO


15:10
Salgo del cole y pierdo el autobús.
Hay un asiento libre en la parada, así que saludo muy cortesmente al chico que ya está sentado y lo ocupo.
Él, inocente y carente de estilo para ligar, pretende entablar conversación a través de un nada sutil pero supuestamente amable "has perdido el dos". Tras mi cínica sonrisa, prosigue. Me habla del tiempo (¡hoy ha llovido!), de su trabajo y ataca:

"¿Estudias ahí?" (señalando mi instituto)
Mis carcajadas le confunden.

"Es que como te he visto salir y vienes con la mochila"
(Mochila para un tío es sinónimo de bandolera, bolso, cartera de profesor, bolsa de Mercadona...)

Halagada, le sonrío y le agradezco el cumplido, dándole a entender que soy la profe de Lengua.
El autobús interrumpe su torpe ligoteo justo cuando empezaba a arreglarlo con cumplidos imposibles...


¿Quién soy de repente? ¿La prota de Al salir de clase?




ACOSO:




15:20
Bajo de autobús, llaves en mano.
Un hombre, de unos treinta y pico, claramente marroquí (después de dos años en Algeciras la duda ofende) se me acerca (demasiado, para mi gusto) y comienza a caminar a mi lado, mirándome de arriba a abajo como cuando yo miro pendientes en Claires.
Conversación:


- Hola.
- Hola.
- ¿Qué tal?
- Pues bien.
- ¿Vas a casa?
- Sí.
- Vives aquí (señalando mi bloque)
- Sí.
- ¿Vives sola?
- ¿Cómo?
- ¿Estás casada, soltera, tienes novio?
- Eso no te importa.
- Yo tengo una amiga, ¿sabes?
- Que suerte para ella.
- Mi amiga eres tú. Y me gustas.
- Yo no soy amiga tuya.
- ¿Quieres ser mi amiga?
- Venga, vale, amigos. Adiós.

Cambio de dirección y aligero el paso.

- Oye, oye, chica, oye.
- ¿Quéeee?
- No me has dicho tu nombre
- No, ni te lo voy a decir.
- Dame tu teléfono (y saca una agenda)
- Va a ser que no.
- ¿Y entonces cómo voy a llamarte para volver a hablar?
- No vas a llamarme. No vamos a hablar.





Ha sido más sueve que el gorila de discoteca que me persiguió a lo largo de dos calles, subió a mi autobús, me pidió matrimonio incontables veces y pretendía bajar conmigo. En esa ocasión comencé a gritarle en pleno autobús "NO VAS A BAJARTE AQUÍ, ¿TE ENTERAS? DÉJAME EN PAZ, DEJA DE SEGUIRME". Ante las miradas ajenas pareció recular y me dejó tranquila. Fueron 20 espantosos minutos.

Hoy han sido unos dos patéticos minutos de intento de acoso por parte de un zumbao. No estaba perdido. No quería saber la hora. No pretendía robarme. Sólo un zumbao.
Eso sí, no solté la llave más puntiaguda de mi llavero hasta estar dentro del ascensor.


¿Tan difícil es encontrar pareja para un matrimonio de conveniencia -por los papeles- que tenemos que ser acosados en plena calle? Entre los de la cuenta naranja y estos penas...



Están en el mundo porque tiene que haber de todo, ¿no?

1 comentario:

  1. Pobrecita mía!!! Menos mal que los tienes bien puestos, y, si tienes que montar un numerito, lo montas, y eso les echa para atrás. Menos mal.

    Te quiero y quiero estar a tu lado para protegerte, amor mío

    ResponderEliminar