jueves, 25 de agosto de 2011

EPITAFIO





No descansarás en paz mientras vivas en guerra con tu propio yo



Ya casi hace un año...tal vez un poco más...no recuerdo bien el día, quizás fuese hoy...

Fui una amiga, una hermana, una madre, profesora y confidente, un duende y un ogro...
Te llevé de la mano, te acaricié el pelo, dormiste en mi cama, llevaste mi ropa...
Pero un día decidiste dejar de jugar con esta vieja muñeca tuya...

Y no te importaron las piruletas, las sirenas, los ponies, las pelis de terror, la orilla del mar...

Y la burbuja explotó...y te quedaste fuera...


Como la niña traviesa y colmada de caprichos que siempre serás, pusiste punto y final a una amistad que empezaste con empeño y cabezonería. Nadie te invitó. Entraste sin llamar.

Aún recuerdo el día que llegaste a nuestras vidas, cambiándolo todo, para pintarlo de tu color. Si algo no te gustaba, pataleabas como un bebé mojado. Con un solo gesto se hacía tu voluntad. Siempre hacías gala de tu debilidad, de tu inmadurez, de tu infantilismo extremo, para lograr con astucia tus propósitos. Pero nos parecía divertido jugar a ser tus padres, consentirte como a ninguna y dejarte hacer...

Fue duro debatirme entre darte aquella chuchería o quitártela de la boca...
Fue duro dejarte llorando cada mañana en aquella guardería mental...
Fue duro mirar para otro lado mientras hacías daño a quienes más te querían con tu falsa superioridad...

Reirte las gracias, cansaba...
Pagar para ver malas películas, cansaba...
Seguirte la corriente para que no armases el numerito y nos dejases en evidencia, cansaba...
Responder al teléfono sabiendo que al otro lado estarías llorando sin motivo, cansaba...
Convencerte cada noche de que no te ibas a morir de madrugada, cansaba...

En realidad, tal y como hemos comentado, nos hiciste un favor...

Ya no podíamos soportar más tu voluble y maleducada personalidad, tus cambios de humor, tus juicios de valor, tu sarcasmo, tu cinismo, tus reproches...

¿Sabes qué? No teníamos por qué hacerlo

No somos tu novio-padre, no somos tu familia, ni siquiera, tal y como nos dejaste claro, nos considerabas tus amigos...

¿Por qué habíamos adoptado entonces a ese cachorrillo meón?

A caer del árbol el gorrioncillo siempre se rompe un alita...

¿Cómo abandonarlo?

Mi pequeño gorrioncillo enfermo y roto, tú nunca te curarás, pues tu enfermedad es un veneno que no muere, que calienta tu sangre y contamina tus neuronas, haciendo desaparecer todo rastro de raciocinio...

Mi pequeño cachorrillo temeroso, tú nunca estarás bien, pues nunca lo estuviste. Tu vida nunca será normal y jamás llegarás a ser independiente. Podrás meter cuatro trapos en una maleta y jugar a ser mayor, pero volverás al redil con el rabo entre las piernas y la tarjeta gastada, pidiendo más y más, sin nada que ofrecer, con las manos vacías y el corazón helado.

Mi pequeña luciérnaga fundida, tú nunca podrás brillar, pues no eres más que un bicho de jardín que cree ser mariposa, cuya imagen se distorsiona al mirarte en cada charca del camino.

Está a punto de comenzar el invierno...volverá el frío y también el miedo...volverán los fantasmas de la inseguridad y la vergüenza...El mundo se tornará, de nuevo, un lugar hostil...pero ya no tendrás mantas bajo las que resguardarte...

Y como aquellas tristes películas navideñas verás, desde el otro lado del cristal, como otros, nosotros, calientan sus gargantas con el vino de la amistad, mientras un brindis envuelve nuevos motivos para seguir adelante. Y tú los mirarás mirándonos, con recelo y pena, siempre desde fuera, que es el lugar que te corresponde en nuestras vidas.

Pienso mucho en ti, muchísimo, y no me avergüenza confesarlo.
Mentiría si afirmase que nunca te quise.
Yo no te engañé, mi cariño fue sincero. Por eso la pérdida de quien creí que eras supuso tanto dolor a mi alma.
Pero descubrí por el camino que no estaba sola. Me costó, lo reconozco, pues tu traición me obligó a dudar de todo y de todos. No era fácil confiar después de descubrir a la bruja del cuento embozada tras la máscara de la falsa apariencia.

Mi primer error, imitarte: odiar, odiarte, mucho. Por todo lo que me quitabas. Por todo lo que no podría volverte a dar.

Mi segundo error, la desconfianza: ¿y si todos los demás también habían disfrazado su amistad? ¿y si en realidad todos fingían? El Cluedo, la rueda de la verdad, las investigaciones, las condiciones y amenazas, las exigencias y reproches...

Por desgracia, el frío Diciembre me refrescó las ideas, removiendo mi mundo como un tornado de furia. Se llevó lo que más quería y entonces me di cuenta: no eras tú.

Tomé consciencia: no eras tan importante, nunca lo fuiste. Podía seguir viviendo sin ti.
Cuando la muerte llama a la puerta de tu casa el resto de los personajes míticos se desmitifican, vuelven a ser comunes y prescindibles.


Al verte así, desnuda y simple, ya no me dueles.
A veces alguien pronuncia tu nombre evocando un recuerdo. El silencio corta el tiempo. Y las risas vuelven a llenar mi casa. Un casa en la que no eres bien recibida.

Hemos comenzado a fabricar nuevos recuerdos. Limpios, puros, sencillos, nuestros.

En contra de tu pronóstico el viento sopla, la nave nos lleva a toda vela, y los piratas siguen danzando sobre la cubierta de este barco que no se ha hundido. Si una vez llevamos un lastre a remolque, nos hemos quitado ese peso de encima.


Pobre niña enferma...pobre muñeca rota...
La lástima es lo único que me queda para ofrecerte...

¿Recuerdas cuando temías que todos te viesen como tú te veías? Pues teme ahora que alguien pueda verte como te veo yo: negra y triste sombra, patético recuerdo de un sordo cascabel, la nada.


Saluda de mi parte a la paranoia, la mentira, el calzonazos, el loquero, los miserables, y el equívoco.
No los veo desde que volvimos de aquel viaje...
El avión de trajo de vuelta a la realidad. Supe que aquel abrazo que te daba era mi despedida, pero queria decirle adiós a la máscara brillante que creí mi mejor amiga, respladeciente purpurina encubridora.


Ya casi hace un año...tal vez un poco más...no recuerdo bien el día, quizás fuese hoy...