martes, 30 de noviembre de 2010

Filólogo > Opositor > Profesor (Educador > Enseñante)







Antes de que leáis TAN larguísima entrada me gustaría advertir: NO ES EGOLOG, es la publicación en un foro de Filología (Los filólogos somos necesarios. Que parece que no, pero sí • Ver foro - Profesores)

Aparecía en Facebook la siguiente invitación:

Amigos, nos gustaría invitaros a dar vuestra opinión y ofrecer vuestros consejos como profesores en el foro. Pensamos que vuestra experiencia puede ser útil para los más novatos o para los estudiantes que quieran dedicarse a la docencia.


Mi actualización de hoy es un mero copia y pega de mi aportación personal a dicho foro.
Para los interesados: http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.losfilologos.com%2F&h=87a0e




Hola a todos los profes o futuros profes.
¿Consejos?
Pues os daré uno básico:
Hay tres cosas bien distintas: el filólogo, el opositor y el profesor. No pretendáis aunarlas, ni asemejarlas: son distintas.

El filólogo, el amante de la palabra, adora leer, escribir, aprender, consultar bibliografía...

El opositor debe dejar atrás ese mundo bohemio y escogido. Debe centrarse en los ¿75 temas? (no sé, antes eran 72) la programación y las unidades didácticas. Nada de inspiración. Ninguna valoración crítica. Ninguna estimulación. Trabajo puro y duro. Y suerte, al menos un 60% de suerte, o no habrá nada que hacer.

El profesor, para aquellos pezqueñines que consigáis pasar al otro lado, es ya otra fase. El profesor debe EDUCAR. Una vez superada esta primera barrera -no todos la superan, es la más difícil- el profesor puede permitirse el lujo de volver a ser un poco filólogo y ENSEÑAR.
La captatio benevolentiae de vuestro alumnado debe ser mecánica, porque es imprescindible. Los alumnos, por muy disciplinados que sean, tienen una memoria traicionera, fugaz. Cada día deben aprender a sentarse, callarse, sacar los materiales, estar quietos, copiar, no hablar, no gritar, etc, etc, etc (la gravedad varía según localización).


Una vez asimilado el proceso, paraos a pensar: ¿en qué fase estáis? ¿qué fase queréis alcanzar? ¿estáis seguros de querer seguir jugando?
En tiempos de crisis un trabajo para toda la vida, un sueldo de más de mil euros (aunque cada vez más recortadito) y un trabajo de 25 horas semanales es muy atractivo. Pero no es GRATIS. Hay que TRABAJAR.


Para aquellos que tenéis vocación, enhorabuena. Seguid adelante.
Para los que no estéis seguros, intentad trabajar en clases particulares, academias, privados, etc. No empecéis de cero en un IES, podría ser la peor decisión de vuestras vidas.
Para los que tenéis claro que lo hacéis por dinero, no hay razonamiento que os pueda convencer. Adelante también.


Yo me encuentro en la tercera fase. Pero he sido filóloga -fase de la que no disfruté demasiado, salvo por algunas asignaturas, lecturas, profesores-.
Fui una opositora breve e inconsciente: hice el CAP, los cursos para los méritos, me apunté a Claustro -cosa que recomiendo desde ya- , y estudié las oposiciones, todo a la vez (compaginándolo, claro, con mi trabajo en una academia, mis alumnos particulares y mi compañía de teatro). Y aprobé, a la primera. Estudié 12 temas -de 72- y me tocó uno -de teatro, menos mal-. En ese momento -en pleno examen- algo me decía que la plaza era mía: empecé a escribir y salió bien. La exposición oral era mi fuerte. Así que lo conseguí, sin darme mucha cuenta de lo que suponía ser opositora.
Eso sí, mi novio pasó por la experiencia el pasado verano y yo lo sufrí tanto como él. Semanas encerrados exponiendo él, corrigiéndole yo. Sin vacaciones, ni mundial, ni pulpo...¡pero con plaza!
Dos experiencias muy distintas: la del 100% suerte (la mía) y la del 100% trabajo (la suya) que os demuestran que ES POSIBLE SACAR PLAZA SIN HABER SIDO INTERINO.

Respecto a la experiencia profesional he de reconocer que me ENCANTA mi trabajo. ¿Estaré loca?
Me hace feliz pasar el día entre adolescentes e ir colándoles gramática y literatura mientras ellos me cuentan sus "movidas" y algún que otro capítulo de FoQ.
Me encanta ver la cara que ponen cuando ven por primera vez una obra de teatro o cuando protagonizan una.
Me encanta hacerles actividades orales para que se expresen, normalmente no se les da la oportunidad y tienen mucho que decir.
He trabajado en dos centros muy distintos -sólo llevo tres añitos en el cuerpo-
El primero, en Algeciras. Centro de compensatoria (ya os enteraréis qué es eso), de especial dificultad. Perfecto para un estreno, ¿verdad? Pues lo fue.
Ahora trabajo en un IES de Sevilla capital. La diferencia es notable. EXISTEN los buenos alumnos, doy fe.

Me gustaría recordaros que la Filología no es una salida, porque nunca salimos de ella. Nunca dejaremos de sacar un boli rojo y corregir las faltas de ortografía de los carteles que hay pegados por la calle. Nunca dejaremos de asistir a representaciones teatrales distintas de una misma obra sólo para comparar los montajes. Nunca dejaremos de leer poesía y querer escribirla, o de sorprendernos releyendo novelas.

¿Cómo se compagina eso con el día a día de un profesor? Pues en muy pequeñas dosis, pero depende de la persona.
Siempre podréis enseñar parte de lo que sabéis, aunque no todo. Os encantará descubrir, al corregir exámenes, que HAN APRENDIDO. Y aprender con ellos y de ellos es inevitable y gratificante.

Muchísimo ánimo y suerte.
Merece la pena.

1 comentario:

  1. Me encanta que tu trabajo te haga feliz. Yo lo hago por dinero.

    ¿Qué pasaría si nadie estudiara Filología sólo por el hecho de que no tiene salidas profesionales? Se acabaría extinguiendo, verdad? ¿Y no tenemos suficiente ya con el Plan Bolonia? Vale, es muy difícil vivir de las Humanidades, pero no menoscabemos la dignidad de esta disciplina tan necesaria y apasionante. Debemos seguir luchando para que las Letras recuperen su lugar en la sociedad, cada vez más afectada por la plaga de la ignorancia y el analfabetismo.

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