Algunos dicen que lo mejor de Algeciras es su puerto, el más importante de Europa. Otro opinan que lo mejor es su multiculturalidad, choque de dos orillas. Para otros lo es su Plaza Alta o Getares, el paraíso costero entre montañas.
Se equivocan: lo mejor de Algeciras está en esta foto.
Estas tres petardas, con sus más y sus menos, han hecho -hacen- de estos dos años de mi vida lo que son: irrepetibles.
Una carretera llena de curvas da para muchas conversaciones. Una de ellas, nuestro antes, durante y después de Algeciras. Todas hemos aprendido nuevas cosas en esta etapa, y cada quien tiene su cajita con distintos recuerdos y anécdotas. Nos enfrentaremos al mañana de modo distinto, pero la experiencia nos une, y eso no se puede cambiar.
Nunca olvidaré mis primeros instantes en el Ciudad de Algeciras. En esos minutos nuevas caras y voces empezaban a ocupar mi memoria, hasta que la encontré a ella. Alguien dijo "y esta es Maribel, tu jefa de Departamento". Al principio pensé ¿y esta es mi "jefa"? Pero si es una chiquilla. Me parecía a mí que ahí andábamos todos más perdíos que el barco del arroz. Pero no, Maribel pisaba sobre seguro, sabía manejarse por aquellos lares y así fue como me hizo mi primer regalo: un poquito de seguridad y confianza, las dos cosas que más necesitaba aquella veinteañera recién caída del guindo -yo-.
A Vanessa la recuerdo como aquella que llegó al día siguiente, con sus padres, su maleta y ningunas ganas de quedarse. La recuerdo llorar y moquear. Despedirse una y otra vez. Recuerdo su penita y su sorprendente capacidad de adaptación: en unos meses era la dueña del cortijo, adorada y adorable. ¡Ole por ella!
María siempre fue más como yo: independiente, autosuficiente, solitaria. Tiene dos cosas buenas, dignas de admiración y envidia: sabe hacer las cosas -y siempre las hace- bien, y además nunca le falta una sonrisa. Pase lo que pase ella siempre está dispuesta, al pie del cañón, y de buen humor. Es resuelta, tenaz y muy divertida.
Pero no creáis que todo lo tienen bueno, no...
María es un peligro en cuanto se acerca a una tienda. No sólo compra, sino que te convence, no sé cómo, para que compres tú también. Vanessa -mi Radiolé particular- me ha enseñado a oír con otros ojos a mis antes repudiados Rocío Jurado, El Barrio o Nolasco. Y Maribel, teatrera, loca y valiente, se mete y me mete en todo lo habido y por haber: obras de teatro, excursiones, periódicos, etc.
Me va a costar tanto despegarme esta pegatina medio borrosa llamada Algeciras...
Intento ver su lado negativo, cada día le busco un defecto, desatando nudos y tratando de no atar nuevos lazos. Pero es muy difícil.
La excursión a Vejer -y las que están por venir- no ayudan a mi plan para desengancharme de esta máquina de fabricar recuerdos que tengo por alma. Pero no puedo evitarlo.
¿Acaso podemos evitar la vida?
Gracias a las tres, porque pese a no compartir piso no he vivido sola. Siempre habéis estado ahí para mí y conmigo.
Os quiero chicas.