domingo, 13 de marzo de 2011

El doctor sabelotodo




¿Conocéis el cuento de El doctor sabelotodo?
Era uno de mis favoritos cuando era pequeña. Los Reyes, por error, me trajeron repetido el cuento de La sirenita, que es el que yo había pedido, pero ¡magia! sus pajes me pegaron el cambiazo por uno de los cuentos de mis primas y fue a caer en mis manos la historia del doctor...aunque nunca será tan genial como el de los Tres toritos, ya sabéis ;)


¿Y de qué iba el cuento?
Hombre, su nombre es una pista, pero os lo contaré:




Érase una vez un pobre campesino, llamado Cangrejo que se fue a la ciudad guiando un carro tirado por dos bueyes a venderle a un doctor una carretada de leña por dos ducados. Mientras se le pagaban sus dineros el doctor se encontraba precisamente comiendo; cuando vio el campesino lo bien que comía y bebía le entró envidia y pensó que también él quisiera ser doctor. Así que se quedó unos momentos sin saber qué hacer y, al fin, le preguntó si no podría hacerse él doctor.

-¡Ya lo creo! -respondió el doctor-; eso se logra fácilmente.

-¿Qué debo hacer? -preguntó el campesino.

-En primer lugar te compras un abecedario, de esos que tienen un gallito pintado en las primeras páginas; en segundo lugar vendes tu carreta y los bueyes y, con lo que saques, te compras trajes y todo lo que es propio del menester doctoral; y, en tercer lugar, mandas hacer un rótulo donde se lea "Soy el doctor Sabelotodo" y lo clavas bien alto sobre la puerta de tu casa.

El campesino siguió las instrucciones al pie de la letra. Y he aquí que cuando ya había doctorado un poquillo, pero no mucho, robaron a un gran señor una cierta cantidad de dinero. Entonces alguien le habló del doctor Sabelotodo, que vivía en tal pueblo y que tendría que saber también dónde estaba el dinero. Así que el señor mandó enganchar el coche, se fue a aquel pueblo, se presentó en su casa y le preguntó si era el doctor Sabelotodo. Pues sí, lo era. Entonces tendría que ir con él a recuperar el dinero robado. ¡Oh, sí!; pero Grete, su mujer, tendría que acompañarle.

El señor se mostró conforme, invitó a la pareja a subir al coche y partieron todos. Cuando llegaron al palacete señorial la mesa ya estaba puesta, y el señor le rogó que comiese antes que nada. ¡Encantado!, dijo, pero con su mujer, Grete; y se sentó con ella en la mesa. Cuando entró el primer criado llevando una fuente llena de suculentos manjares, el campesino dio un codazo a su mujer y le dijo:

-Grete, éste es el primero.

Y sólo quiso dar a entender que éste era quien había servido el primer plato; pero el criado creyó que había querido decir "Este es el primer ladrón"; y como realmente lo era le entró miedo, y cuando salió dijo a sus camaradas:

-El doctor lo sabe todo; vamos a salir mal parados; ha dicho que yo soy el primero.
El segundo no quería entrar pero no tuvo otro remedio y, cuando lo hizo llevando su fuente, el campesino, dando otro codazo a su mujer, dijo:

-Grete, éste es el segundo.

El segundo criado también se asustó y salió precipitadamente. Al tercero no le fue mejor, pues el campesino dijo de nuevo:

-Grete, éste es el tercero.

El cuarto sirvió una fuente tapada, y entonces el señor le pidió que mostrase sus artes adivinando lo que contenía. En la fuente había cangrejos. El campesino contempló la fuente y, no sabiendo qué responder, exclamó:

-¡Ay de ti, pobre Cangrejo!

Al oírlo exclamó el señor:

-¡Ahí lo tenéis: lo sabe!; y también sabrá quién tiene el dinero.

Al criado le entró un pánico cerval y guiñó un ojo al doctor, dándole a entender que saliera un momento. Cuando lo hizo, los cuatro confesaron haber robado el dinero, asegurándole estar dispuestos a restituirlo y a darle, además, una cuantiosa suma si se comprometía a no descubrirlos, pues les iba en ello la cabeza. Le mostraron también dónde habían escondido el dinero. El doctor se dejó convencer, volvió a entrar, se sentó a la mesa y dijo:

-Señor, ahora miraré en mi libro a ver dónde está escondido el dinero.

Y en estas el quinto criado se escondió en la chimenea para ver si el doctor sabía aún más cosas; pero éste abrió su cartilla y empezó a hojearla de arriba a abajo, buscando el gallo. Y como tardase en encontrarlo, dijo:

-Sé que estás ahí dentro, y tendrás que salir.

Creyó el de la chimenea que iba con él y salió aterrorizado de su escondite diciendo:

-¡Ese hombre lo sabe todo!

A continuación el doctor Sabelotodo mostró al señor donde se encontraba el dinero, pero sin decirle quién se lo había robado; recibió una buena remuneración por ambas partes y se hizo un hombre famoso.





Chulo, ¿eh?

¿Y qué tiene que ver esto con qué?

Pues es una dedicatoria muy especial a todos aquellos doctores doctorados en la vida ajena, a quienes opinan antes de saber, a quienes se creen con derecho a juzgarlo todo con su vara de la verdad absoluta, sentando cátedra allá por donde pasan, levantando ampollas.

Algunos dichos ya lo advierten:

"Entre novios y hermanos nunca metas la mano"

Incluso Shakespeare nos ponía sobre aviso:

"No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero...
Presta el oído a todos y a pocos la voz...
Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión..." (Hamlet)




Es mejor que antes de opinar te asegures de que te han pedido opinión.
Si no sabes dar consejos, mejor recíbelos.
Y aunque crea el ladrón que todos son de su condición, no todos somos ladrones.


Entiéndame quien pueda...que hoy no serán pocos...


Ahí quedó.

5 comentarios:

  1. Al menos tres personas... entre ellas éste que te comenta ;)

    A veces no hay que ser tan "bocachancla", porque en boca cerrada no entran moscas... sobre todo si te pasas de listo... o lista.

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  2. Ole, ole y ole, mi vida!!!

    Entiéndanos quien quiera, y ,quien no, que beba agua;)

    TAM!!!

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  3. Uy, Vic, "bocachancla", le pega ;) Porque le daba una zapatazo en tó la boca...

    Todo cae por su propio peso...y cuanto más pese, mejor...ya se caerá...

    Sí nos entienden, Rafa, si nos entienden. Tranqui, que ese no es problema...

    Pero a ver, ¿conocíais el cuento o no?

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  4. La verdad es que... sinceramente... no, XD

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  5. ¡Qué éxito de entrada!
    ¡Cuántos lectores!

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